Claudio Mendoza se ha ido este jueves 9 de mayo de 2024 y nos ha dejado consternados a quienes lo conocimos de cerca o de lejos. Los mensajes de textos por las redes sociales tanto de la AsoVAC como del IVIC y de sus ex discípulos y colegas en el exterior, muestran no solo los usuales contenidos de pésame, sino que nos dan cuenta de las múltiples facetas en las que Claudio fue percibido. Sus actividades no solo iban de la astrofísica, la computación, la promoción y la divulgación de la ciencia, sino sus relaciones fructíferas con el arte, las ciencias sociales, entre otras. Así como su intensa actividad como integrante de la AsoVAC, de AsoInIVIC, dos asociaciones en las cuales participo y presidió en algún momento de su intensa carrera científica en Venezuela. Claudio murió fuera del país, en Kalamazoo, Michigan Estados Unidos; tuvo que ausentarse del paìs, después de una difícil decisión en la que la sobrevivencia familiar fue fundamental. Pero su estancia en el exterior no lo alejo de Venezuela, por ello es que su deceso nos ha impactado a todos, en especial los que fuimos sus contemporáneos. Escribo a continuación para la nueva generación. ¿Quien era Claudio Mendoza? Había nacido un 16 de agosto de 1951, y su educación básica transcurrió entre dos instituciones educativas de raigambre, como es la Escuela Comunitaria de San Antonio de los Altos, estado Miranda (1958-1963); un proyecto educativo innovador impulsado por su madre la profesora Sarita Guardia, egresada del Pedagógica en el área de la Física y Matemáticas (Castro y Álvarez Cornett, 2016). Luego haría dos años en el Santiago de León de Caracas (1963-1965); por razones de trabajo de su padre se traslada a Inglaterra donde termina la secundaria en Escuela William Ellis (1965-1970). Fue en Inglaterra donde estudio física, obteniendo su Licenciatura (1970-1973) y doctorado (1975-1980) en el University Collegge London. Como cualquier egresado universitario de su época, y en especial en el campo de la física, la universidad fue su primer peldaño; pero si bien se le recuerda como docente en la Universidad Simón Bolívar (1982-1985), sus primeros peninos lo hizo en la Universidad Experimental del Táchira (UNET) (1975), ayudando a construir el área de física, con la contratación de personal extranjero como Larry Ray Foreman y en la adquisición de equipos (Álvarez Cornett,2018). Su estancia en el Centro Científico de la IBM en Venezuela (1983-1994) donde, a la par de su trabajo como astrofísico, daría lugar a relaciones con el arte, un ejemplo de ello fue el trabajo que realizara con Alejandro Otero[1], y que luego extendería a su estrecha relación con la obra de Rolando Peña (Mene, Materia Oscura, el Barril de Higgs). Y fue el asesor científico en la producción teatral de la obra Copenhague del dramaturgo ingles Michael Frayn; un intenso diálogo entre dos grandes científicos de la física como lo fueron el danés Neis Bohr y el alemán Werner Heisenberg, con la presencia de Margrethe Bohr, esposa del primero; el elenco estuvo a cargo del grupo Actoral 80, dirigido por Héctor Manrique, con temporadas entre 2005-2006.[2] Cuando Claudio ingresa al IVIC en 1993, al Centro de Física, ya era un científico reconocido; había ganado en 1989 el Premio Polar. Allí, hasta el 2015 continuará su carrera, en donde no solo fue Jefe de ese Centro, sino creo en el Laboratorio de Física Computacional; de cuya jefatura fue despojado por la dirección del IVIC, por su posición crítica ante el gobierno del Presidente Chávez, en referencia a su proyecto de desarrollar energía nuclear en el país; en su artículo de opinión titulado Masa Crítica (2006), expresó su opinión de la siguiente manera: “Pero en nuestro caso algo nos da tranquilidad: el desprecio revolucionario por los expertos. Aquí se construyen puentes sin ingenieros, se hacen diagnósticos sin médicos, se refina petróleo sin petroleros, se enseña sin ser maestro, se gobierna sin ser estadista. Explotaremos entonces la energía nuclear obviando a los físicos.” Y es que Claudio, escribía artículos de opinión en El Nacional, un periódico en papel de circulación nacional, que los jóvenes hoy en día a lo mejor los solo conocen por internet. Y como tal, era capaz de expresar sus opiniones en tanto ciudadano[3]. Y a la par como científico participaba en la AsoVAC, siendo durante varios años parte del Consejo Directivo de la AsoVAC Caracas, siendo su Secretario General entre 2006-2008. Ya para ese entonces, yo de nuevo estaba en la directiva de la asociación, así que pude ver de cerca la actividad de Claudio, quien aparte de las reuniones semanales de la directiva, le dedicaba un día completo atender las diversas tareas administrativa, financieras, así como otras que entonces la AsoVAC llevaba a cabo, por ejemplo, la promoción del Premio Marcel Roche para reconocer a los promotores de la Ciencia, la participación del capítulo en las convenciones anuales, el Festival Juvenil de la Ciencia. Recuerdo que en una ocasión ese evento en su fase regional, estaba por empezar a dar las palabras previas a otorgar los reconocimientos a los diversos trabajos, cuando recibió una llamada en el celular. Al terminar la corta comunicación se dirigió a mí: “Chama, encárgate”. Y es que Claudio era un papá soltero – había enviudado- y la llamada era relativa a una emergencia con uno de sus hijos. Y al pasarme la dirección del evento, mostraba ese espíritu de grupo que se había instalado en nuestra directiva. Otro día contaré como él de nuevo me reclutó para volver a la directiva de la AsoVAC, pues fui quien le sucedió en la próxima directiva. Su incansable actividad en pro de la ciencia en Venezuela, está por inventariarse. Sus aportes a la astrofísica propiamente, estoy segura que lo harán sus colegas del ramo; pero me referiré a dos de ellas por su impacto social en la física: 1) su participación decisiva en el Centro Nacional de Calculo Científico de la Universidad de los Andes – CECALCULA; Luis Núñez, nos cuenta de la participación de Claudio en